sábado, 3 de noviembre de 2012

en El Salón de Anatomía...

Trescientas personas, unas llegan a veinte para las cinco y otros a veinte para las siete. Mucho compromiso, poca empatia. Muchas ganas, poco interés. En el salón de anatomía consigues muchas caras, muchas de sueño y otras de chiste, encuentras caras llenas de decepción y algunas con ansiedad. Unos cuentan las horas mientras que otros cuidan los puestos. No hay preocupación, la evaluación no es inminente.

En el salón de anatomía muchos creen estar cumpliendo sus sueños, otros están descubriendo que esto podría ser su sueño, otros tienen sueñ
o. La gente te saluda con un "hola" porque así fue desde pequeños. Hay gente que mira a otra gente. Todos respiran el mismo aire y escuchan el mismo ruido. El miedo se esconde, el miedo huye en el salón de anatomía pero te ataca cuando eres mas vulnerable.

Mides la realidad y construyes revoluciones en tu mente, sientes que el cambio siempre ha sido necesario. Entiendes cosas, tu pensamiento ya no es el único, tu pensamiento a veces lo desechas.

Tienes ganas de pararlo todo, de buscar la manera. La manera de entenderlos o la manera de no tener que entender. Surgen dudas y te haces preguntas, temes estar corriendo en la cornisa. Piensas que has corrido mucho y que regresar no es una opción.

El ruido te inspira, hay palabras que te asombran en el salón de anatomía y hay miradas que te salvan los segundos. Hay personas que no te entienden, hay personas que no se entienden y hay personas que no quieren entender. Te quedas solo en el estanque imaginario y observas como si fuera un espejo, como la gente se trata de encontrar a si misma.

Todos creen conocerse, todos suelen contradecirse solo por no poder callar un momento y escuchar. Hay tantas palabras en el aire, como si fueran espinas del espíritu que hay que expulsar. Todos tienen la razón pero nadie acepta que el otro la tenga. El ruido me inspira y escribo sin pensar. Pensar mucho en el salón de anatomía es peligroso.

A veces las palabras coinciden y los pensamientos también pero el espíritu se queda corto mientras que el ruido lo alimenta lentamente. Los paradigmas vigilan a los sumisos y muchos los desafían. Descubres que es mas satisfactorio escribir  pero no puedes parar de leer.

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